BIENVENIDOS

Quiero hacer un homenaje al primer Gobernador de esta ínsula llamada Barataria: D. Sancho Panza. Por lo tanto, con su debido permiso y siguiendo sus pasos voy convertirme en el segundo Gobernador de esta ínsula e intentar convertirla en un reducto de cultura, algo que hoy en día escasea. Así que todos aquellos que esteis interesados en visitar este lugar: SED BIENVENIDOS.

domingo, 28 de abril de 2019

ANDRÉS DE "LA LLUVIA AMARILLA"

"Cerré los ojos y apreté el gatillo y escuché como el disparo retumbaba entre las casas, brutal e interminable.Por fortuna, el cartucho le destrozó completamente la cabeza. Era el último que me quedaba. Lo guardaba para ella desde hacía varios años"

Estas palabras las pronuncia Andrés personaje y narrador de la obra de Julio Llamazares, La lluvia amarilla. Una obra magnífica, con un personaje que te hace estremecer ante lo que le está sucediendo. Por eso, es uno de los personajes que se merecen estar en la Sala de Personajes Literarios de esta Ínsula.




Es el narrador  y el único personaje que se queda en Ainielle. Está a punto de morirse y tumbado en la cama cuenta hechos del pasado:

"Por eso, nadie iniciará el gesto de la cruz o el de la repugnancia cuando, tras esa puerta, las linternas me descubran al fin encima de la cama, vestido todavía., mirándoles de frente, devorado por el musgo y por los pájaros"

Se queda completamente solo en el pueblo. Él se está muriendo de una enfermedad pulmonar:

"El humo abrasa mis pulmones, me seca la garganta, pone en mi propia voz el eco de otras voces y el ritmo irregular de otras respiraciones distintas de la mía"

Se quedó solo en el pueblo por propia voluntad pero no le perdona a la gente del pueblo que se haya ido y lo dejaran solo:

"Durante todos estos años, aquí solo, olvidado de todos, condenado a roer mi memoria y mis huesos, he guardado día y noche los caminos de Ainielle, sin permitir que nadie se acercase al pueblo"

Tampoco le perdona a su hijo que también dejara el pueblo y lo dejara solo, de hecho le dijo que si se iba dejaría de ser su hijo y ni se despidió de él:

"Yo le sostuve unos instantes la mirada y, luego, antes de que pudiera decir nada, me volví y me quedé mirando a la ventana hasta que se marchó"

La ida de cada habitante del pueblo le producía gran tristeza y de hecho se escondía en el molino para no despedirse:

"Lo hacía siempre que alguien se marchaba para no tener que despedirme, para que nadie viera la pena que me ahogaba cada vez que en Ainielle, otra casa se cerraba"

La soledad le llegó a trastornarse y ver muertos como su madre. Él mismo sabía que la soledad lo estaba volviendo loco

                                  
                                                             
                 

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