BIENVENIDOS

Quiero hacer un homenaje al primer Gobernador de esta ínsula llamada Barataria: D. Sancho Panza. Por lo tanto, con su debido permiso y siguiendo sus pasos voy convertirme en el segundo Gobernador de esta ínsula e intentar convertirla en un reducto de cultura, algo que hoy en día escasea. Así que todos aquellos que esteis interesados en visitar este lugar: SED BIENVENIDOS.

sábado, 3 de diciembre de 2022

UNA CALLE PARA VICENTE ALEIXANDRE

Vamos a dedicarle una calle de esta Ínsula al cuarto español que recibió un Premio Nobel de Literatura en 1977, me refiero a Vicente Aleixandre


                                    


Nació en Sevilla en 1898. Su infancia se desarrolla entre Málaga y Madrid. Estudió Derecho y Comercio y será profesor en la Escuela de Comercio de Madrid, especializándose en Derecho Mercantil.

Sufre una grave enfermedad y durante su recuperación se dedica a escribir poemas que serán publicados en las revistas culturales más importantes de la época, consiguiendo un gran éxito. Será el momento en que conocerá a los escritores que junto a él formarán el Grupo del 27.

En 1934 recibe el Premio Nacional de Literatura. Tras la Guerra Civil, va a permanecer en España y en 1949 es nombrado Académico de la Lengua.

Solía organizar tertulias literarias a la que acudían jóvenes poetas españoles, considerando a Aleixandre como su maestro

En 1977 es condecorado con la Gran Cruz de Carlos III.

Muere en 1984 en Madrid.

A continuación uno de sus poemas, titulado "Al cielo":

Al cielo

El puro azul ennoblece
mi corazón. Sólo tú, ámbito altísimo
inaccesible a mis labios, das paz y calma plenas
al agitado corazón con que estos años vivo.
Reciente la historia de mi juventud, alegre todavía
y dolorosa ya, mi sangre se agita, recorre su cárcel
y, roja de oscura hermosura, asalta el muro
débil del pecho, pidiendo tu vista,
cielo feliz que en la mañana rutilas,
que asciendes entero y majestuoso presides
mi frente clara, donde mis ojos te besan.
Luego declinas, ¡oh sereno, oh puro don de la altura!,
cielo intocable que siempre me pides, sin cansancio, mis besos,
como de cada mortal, virginal, solicitas.
Sólo por ti mi frente pervive al sucio embate de la sangre.
Interiormente combatido de la presencia dolorida y feroz,
recuerdo impío de tanto amor y de tanta belleza,
una larga espada tendida como sangre recorre
mis venas, y sólo tú, cielo agreste, intocado,
das calma a este acero sin tregua que me yergue en el mundo.
Baja, baja dulce para mí y da paz a mi vida.


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