BIENVENIDOS

Quiero hacer un homenaje al primer Gobernador de esta ínsula llamada Barataria: D. Sancho Panza. Por lo tanto, con su debido permiso y siguiendo sus pasos voy convertirme en el segundo Gobernador de esta ínsula e intentar convertirla en un reducto de cultura, algo que hoy en día escasea. Así que todos aquellos que esteis interesados en visitar este lugar: SED BIENVENIDOS.

jueves, 4 de mayo de 2023

UNA CALLE PARA CARMEN LAFORET

Vamos a dedicarle una calle a una escritora que obtuvo premios tan importantes como el Premio Nadal o el Premio Nacional de Literatura. Me refiero a la escritora catalana, Carmen Laforet 

 

                            



Nació en Barcelona en 1921. En 1923 se traslada con su familia a Canarias, viviendo su infancia y adolescencia en Las Palmas. En 1939 regresa a Barcelona y comienza sus estudios de Filología y Letras que no llegó a terminar. En 1492 se traslada a vivir a Madrid para empezar Derecho y allí escribió Nada, ganando en 1944 el Premio Nadal.

En 1946 se casa con el periodista y crítico literario Manuel Cerezales, separándose de él en los años 70, con quien tuvo cinco hijos, dos de ellos escritores.

Su segunda novela es La isla y los demonio y le sigue La mujer nueva con la que gana el Premio Nacional de Literatura y el Premio Menorca. Posteriormente, publica Insolación, el primer volumen de una trilogía inacabada.

También escribe cuentos: La llamada o La niña y otros relatos; ensayos: Gran Canaria o Mi primer viaje a USA

Las dos últimas décadas antes de morir vivió apartada de la escritura y los motivos los sabemos ya que su hija, Cristina Cerezales, publicó en el 2002, el libro Puedo contar contigo, donde se publican las 76 cartas que mantuvo con Ramón J. Sender

Muere en el 2004 en Madrid

A continuación un fragmento de su libro Nada:

"Por dificultades en el último momento para adquirir billetes, llegué a Barcelona a medianoche, en un tren distinto del que había anunciado, y no me esperaba nadie.

Era la primera vez que viajaba sola, pero no estaba asustada; por el contrario, me parecía una aventura agradable y excitante aquella profunda libertad en la noche. La sangre, después del viaje largo y cansado, me empezaba a circular en las piernas entumecidas y con una sonrisa de asombro miraba la gran Estación de Francia y los grupos que estaban esperando el expreso y los que llegábamos con tres horas de retraso.

El olor especial, el gran rumor de la gente, las luces siempre tristes, tenían para mí un gran encanto, ya que envolvía todas mis impresiones en la maravilla de haber llegado por fin a una ciudad grande, adorada en mis sueños por desconocida."

No hay comentarios:

Publicar un comentario