Vamos a inaugurar la séptima feria del libro Barataria. Una feria que no hemos interrumpido en ningún momento desde que se inauguró porque consideramos que es fundamental promocionar la lectura y los libros. En nuestra feria se pueden encontrar obras de autores de todas las lenguas y autores actuales como antiguos. Así vamos a comenzar recomendando una serie de libros de escritores y escritoras en lengua gallega, comenzando con Xela Arias a quien le dedicaron el Día de las Letras Gallegas. Así destacamos su obra Diario a diario:
"Tódolos bebés son tu e ningún coma ti.
Tódolos nenos son tu e ningún coma ti.
Tódolos adolescentes son tu e ningún coma ti.
Tódolos mozos son tu en ningún coma ti.
Tódolos anciáns son tu e ningún coma ti.
Tódalas nais son eu e todas, como min, saben que es único"
Rosalía de Castro es otra de las grandes escritoras de las letras gallegas e incluso se puede decir que una de las grandes escritoras a nivel nacional. Ha escrito tanto en gallego como en castellano y muchos de sus poemas se han hecho canciones, como las versionadas por Amancio Prada. Vamos a destacar una de sus primeras obras, La flor:
"Cuando miré de soledad vestida la senda que el destino me trazó, ¡Cuando infeliz me contemplé perdida ¡La nada contemplé que me cercaba, Ya marchita la flor de mi esperanza Vicente Risco es otro escritor gallego, que ha influido mucho en la literatura gallega y del cual se han hecho y se siguen haciendo un montón de estudios de su obra. Vamos a resaltar la obra O porco de pe "Na posguerra, don Celidonio ascendeu de porco a marrán e chegou a alcalde. A parenta inflou coma o fol da gaita. Vamos a destacar a otro escritor universal, en este caso Federico García Lorca, autor que al igual que pasó con Rosalía de Castro, sus poemas fueron transformados en canciones. Así Leonard Cohen convirtió en música dichos poemas, por poner un ejemplo. Vamos a destacar su libro Romancero gitano: "Su luna de pergaminoPreciosa tocando viene por un anfibio sendero de cristales y laureles. El silencio sin estrellas, huyendo del sonsonete, cae donde el mar bate y canta su noche llena de peces. En los picos de la sierra los carabineros duermen guardando las blancas torres donde viven los ingleses. Y los gitanos del agua levantan por distraerse glorietas de caracolas y ramas de pino verde. Su luna de pergamino Preciosa tocando viene. Al verla se ha levantado el viento que nunca duerme. San Cristobalón desnudo, lleno de lenguas celestes, mira a la niña tocando una dulce gaita ausente. -Niña, deja que levante tu vestido para verte. Abre en mis dedos antiguos la rosa azul de tu vientre. Preciosa tira el panadero y corre sin detenerse. El viento-hombrón la persigue con una espada caliente. Frunce su rumor el mar. Los olivos palidecen. Cantan las flautas de umbría y el liso gong de nieve. ¡Preciosa, corre, Preciosa, que te coge el viento verde! ¡Preciosa, corre, Preciosa! ¡Miralo por dónde viene! Sátiro de estrellas bajas con sus lenguas relucientes. Preciosa, llena de miedo, entra en la casa que tiene, mas arriba de los pinos, el consul de los ingleses. Asustados por los gritos tres carabineros vienen, sus negras capas ceñidas y los gorros en las sienes. El inglés da a la gitana un vaso de tibia leche, y una copa de ginebra que Preciosa no se bebe. Y mientras cuenta, llorando, su aventura a aquella gente, en las tejas de pizarra el viento furioso muerde." Vamos a recomendar a otro clásico, en este caso Oscar Wilde, escritor irlandés y que ha influido mucho en la literatura inglesa. Vamos a destacar su cuento El príncipe feliz: La estatua del Príncipe Feliz se alzaba
sobre una alta columna, desde donde se dominaba toda la ciudad. Era dorada y estaba recubierta por finas láminas de oro; sus ojos eran
dos brillantes zafiros y en el puño de la espada
centelleaba un enorme rubí púrpura. El resplandor del oro y las piedras preciosas hacían
que los habitantes de la ciudad admirasen al
Príncipe Feliz más que a cualquier otra cosa. —Es tan bonito como una veleta —
comentaba uno de los regidores de la ciudad, a
quien le interesaba ganar reputación de hombre
de gustos artísticos—; claro que en realidad no
es tan práctico —agregaba, porque al mismo
tiempo temía que lo consideraran demasiado
idealista, lo que por supuesto no era" Finalizamos con una escritora muy poco valorada, pero muy leída. Quizá no sea una escritora que tenga una gran calidad literaria, pero sí consideramos que merece un hueco en esta Fería por ser una de las autoras españolas más leídas, me refiero a Corín Tellado y que es noticia porque Telemundo ha comprado los derechos de esta autora para hacer Telenovelas. Entre sus obras hemos elegido Mujer eres tú: "Se encontró con él a la salida de la casa de modas. -¿Te acompaño? –preguntó Alfred, correcto y cortés como siempre. -Tengo mucho que hacer Alfred. -Puedo... acompañarte a cualquier lugar que vayas. Ya lo sabía. Venía ocurriendo casi todos los días. Alfred Miller era modisto de la casa de modas Karloff. Madame Karloff le estimaba mucho. Algún día, Alfred se establecería por su cuenta y llegaría a ser uno de los modistos más apreciados de Boston. La francesa establecida en Boston lo sabía perfectamente y, debido a ello, casi se podía decir que mimaba excesivamente a Alfred con el fin, tal vez, de que nunca la dejara. Todo aquello, a ella como diseñadora de la casa de modas, le tenía muy sin cuidado. Sólo sabía una cosa, y ésa sí que la sabía perfectamente. Alfred le hacía la corte, pero a ella no le gustaba Alfred. Al menos, de momento, no le gustaba nada, y casi, casi prefería que no llegara a gustarle nunca, pues no era su tipo -Te aburrirás conmigo, Alfred. Era alto y delgado. Un buen tipo. Muy bien vestido. Muy varonil, pese a su profesión. La sociedad de Boston le estimaba mucho, y Alfred tenía acceso a todos los niveles, en particular a aquel de los millonario, donde Alfred, sin serlo, era como un árbitro de la moda. Pero también eso a ella le tenía muy sin cuidado. -Ya sabes que no. Ambos en el umbral de la gran casa de modas, parecían indecisos. Ella, como si no quisiera en modo alguno molestarle. Él, ansioso por ser oído y complacido. Casi ocurría así todos los días, y a veces, aún dos días antes, no tuvo otro remedio que dejarse acompañar hasta casa por Alfred Miller." |