Vamos a hacer un repaso a los cinco grandes poemas. Como siempre digo cuando hago este tipo e ranking, son los cinco mejores poemas para mí, estoy seguro que cualquiera de los visitantes a esta Ínsula podían elegir otros cinco totalmente diferente.
Vamos a empezar con un poema de Rosalía de Castro, donde el amor y el odio van cogidos de la mano:
"Te amo... ¿Por qué me odias?...
–Te amo... ¿Por qué me odias?
–Te odio... ¿Por qué me amas?
Secreto es éste el más triste
y misterioso del alma.
Mas ello es verdad... ¡Verdad
dura y atormentadora!
–Me odias porque te amo;
te amo porque me odias."
Me parece que con unos pocos versos define muy bien la relación amorosa.
El segundo poema del que quiero hablar es una Elegía, en este caso de Miguel Hernández que va dirigida a la muerte de Ramón Sijé, escritor y gran amigo del poeta:
"Elegía
(En Orihuela, su pueblo y el mío, se
me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,
con quien tanto quería.)
Yo quiero ser llorando el hortelano
de la tierra que ocupas y estercolas,
compañero del alma, tan temprano.
Alimentando lluvias, caracolas
y órganos mi dolor sin instrumento,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
Un manotazo duro, un golpe helado,
un hachazo invisible y homicida,
un empujón brutal te ha derribado.
No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.
Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
Temprano levantó la muerte el vuelo,
temprano madrugó la madrugada,
temprano estás rodando por el suelo.
No perdono a la muerte enamorada,
no perdono a la vida desatenta,
no perdono a la tierra ni a la nada.
En mis manos levanto una tormenta
de piedras, rayos y hachas estridentes
sedienta de catástrofes y hambrienta.
Quiero escarbar la tierra con los dientes,
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes.
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera
y desamordazarte y regresarte.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Volverás al arrullo de las rejas
de los enamorados labradores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero."
Desde mi punto de vista una de las mejores Elejias que se han escrito, donde se refleja el sentimiento de tristeza que pesa sobre el poeta.
Pablo Neruda no puede faltar en este ranking y así he elegido un poema de su libro Veinte poemas de amor y una canción desesperada:
Poema XX.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oir la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el ultimo dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.
"El muchacho desnudo
–que se parece a ti–
mira por la ventana de su piso vacío.
Nada nuevo: su pene golpeando en el cristal
de forma repetida,
por los siglos de los siglos.
En ese mismo instante, en otro apartamento,
la muchacha desnuda
–que se parece a mí–
apunta con su dedo hacia el cuerpo desnudo
del muchacho.
Su deseo es ingenuo y anafórico.
No podríamos lamernos ni tocarnos
sin romper los cristales, sin nombrar emociones
con palabras gastadas, de otro tiempo.
¿Cómo reconocer poemas de amor
cuando el campo semántico
es antiguo?
Todo lo que algún día nos hizo sonreír
ahora está muerto."
En dicho poema se muestra el pesimismo, la tristeza de ese amor que ya está muerto
Vamos a acabar con un poema de amor, el escrito por Petrarca, donde refleja el amor como una fuerza que transforma la vida y que se traduce en el nombre de la amada:
"Bendito sea el año, el punto, el día,
la estación, el lugar, el mes, la hora
y el país, en el cual su encantadora
mirada encadenose al alma mía.
Bendita la dulcísima porfía
de entregarme a ese amor que en mi alma mora,
y el arco y las saetas, de que ahora
las llagas siento abiertas todavía.
Benditas las palabras con que canto
el nombre de mi amada; y mi tormento,
mis ansias, mis suspiros y mi llanto.
Y benditos mis versos y mi arte
pues la ensalzan, y, en fin, mi pensamiento,
puesto que ella tan sólo lo comparte."
Estos son cinco grandes poemas, si usted, ilustre visitante, tiene otros poemas distintos, no dude en enviarlos y con gusto los compartiré