Esta semana, Elena Poniatowska, recibía el Premio Cervantes. Ya con anterioridad, desde esta Ínsula, la felicitamos por recibir dicho premio, que como ya dije es el máximo galardón de las letras hispánicas y cuenta entre los premiados escritores de la talla de: Camilo José Cela, José Hierro, Francisco Umbral, Alvaro Mutis, Ana María Matute...
Pues como decía, el día 23 de abril, día del libro, esta escritora recibía dicho premio y como es habitual pronunció un discurso que se basó en su tierra, México. Un discurso muy emotivo, con muchas referencias literarias y por supuesto con muchas alusiones a la gran obra de Cervantes: el Quijote:
"María, Dulce María y Ana María, las tres Marías, zarandeadas por sus circunstancias, no tuvieron santo a quién encomendarse y sin embargo, hoy por hoy, son las mujeres de Cervantes, al igual que Dulcinea del Toboso, Luscinda, Zoraida y Constanza. A diferencia de ellas, muchos dioses me han protegido porque en México hay un dios bajo cada piedra, un dios para la lluvia, otro para la fertilidad, otro para la muerte."
Las tres primeras mujeres que menciona son: María Zambrano, Dulce María Loynaz y Ana María Matute. Las tres únicas mujeres, junto a Poniatowska que recibieron dicho premio. Es curioso que a lo largo de tantos años, solamente cuatro mujeres hayan merecido dicho premio. ¡Ni qué no existieran grandes escritoras!
Siguiendo con su discurso, me gustaría destacar estas palabras:
"Desde 1953, aparecieron en la ciudad muchos personajes de a pie semejantes a los que don Quijote y su fiel escudero encuentran en su camino, un barbero, un cuidador de cabras, Maritornes la ventera"
Estas palabras pertenecen a una parte de su discurso donde habla del México que se encontró cuando llegó allí a vivir. Un lugar que le enamoró.
Me gustaría finalizar con otras palabras extraidas de su discurso donde se declara Sancho Panza en femenino, convirtiéndose en escudera de Cervantes:
"Ningún acontecimiento más importante en mi vida profesional que este premio que el jurado del Cervantes otorga a una Sancho Panza femenina que no es Teresa Panza ni Dulcinea del Toboso, ni Maritornes, ni la princesa Micomicona que tanto le gustaba a Carlos Fuentes, sino una escritora que no puede hablar de molinos porque ya no los hay y en cambio lo hace de los andariegos comunes y corrientes que cargan su bolsa del mandado, su pico o su pala, duermen a la buena ventura y confían en una cronista impulsiva que retiene lo que le cuentan"
¡MUCHAS FELICIDADES!
