Voy a dedicarle una de las calles de esta Ínsula a una escritora chilena, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1945. Esta mujer se llama Gabriela Mistral.
Nació en 1889 en Vicuña y le fue puesto el nombre de Lucila de María Godoy Alcayaga. Su familia era de origen modesto, su padre era profesor y su madre modista. Gracias a su hermano se dedicó a la enseñanza y ya en 1908 fue nombrada maestra en la localidad de La Cantera.. En 1910, se trasladó a Santiago donde trabajó en la Escuela de Barranca. Después trabajó en más escuelas de ciudades como Traiguén, Punta Arenas o Temuco donde conoció a Pablo Neruda.
Mientras se desarrollaba su carrera docente, también se iba desarrollando su carrera literaria, así periódicos como "El Coquimbo" o "La Voz del Equi" comenzaron a publicar sus primeros escritos: "El perdón de una víctima", "La muerte del poeta" o "Las lágrimas de la huérfana".
En 1914, compuso Sonetos de la Muerte con la que obtuvo el primer premio de los Juegos Florales.
En 1922 viajó a México invitada por el Ministro de Educación y el poeta José Vasconcelos para colaborar en la reforma educacional del país y la creación de bibliotecas populares. En ese mismo año se publicó en New York, Desolación adquiriendo reconocimiento y prestigio internacional siendo considerada una de las grandes promesas de la literatura hispanoamericana.
En 1923, se publica Lecturas para Mujeres y un año después en España, Ternura
En la década de 1930, se dedicó a dar conferencias y clases en Estados Unidos, Centroamérica y Europa.. En 1932, inició su carrera consular en Génova que no ejerció por oponerse al facismo.
En 1938, retornó a América y publicó Tala. En 1951, recibió el Premio Nacional de Literatura de Chile. En 1954 publica Lagar
En 1957 muere de un cáncer de pancreas
A continuación, una muestra de su poesía con su poema "Adiós":
"En costa lejana
y en mar de Pasión, dijimos adioses
sin decir adiós.
Y no fue verdad
la alucinación.
Ni tú la creíste
ni la creo yo,
«y es cierto y no es cierto»
como en la canción.
Que yendo hacia el Sur
diciendo iba yo:
«Vamos hacia el mar
que devora al Sol».
Y yendo hacia el Norte
decía tu voz:
«Vamos a ver juntos
donde se hace el Sol».
Ni por juego digas
o exageración
que nos separaron
tierra y mar, que son
ella, sueño y el
alucinación.
No te digas solo
ni pida tu voz
albergue para uno
al albergador.
Echarás la sombra
que siempre se echó,
morderás la duna
con paso de dos...
Para que ninguno,
ni hombre ni dios,
nos llame partidos
como luna y sol;
para que ni roca
ni viento errador,
ni río con vado
ni árbol sombreador,
aprendan y digan
mentira o error
del Sur y del Norte,
del uno y del dos!"
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