BIENVENIDOS

Quiero hacer un homenaje al primer Gobernador de esta ínsula llamada Barataria: D. Sancho Panza. Por lo tanto, con su debido permiso y siguiendo sus pasos voy convertirme en el segundo Gobernador de esta ínsula e intentar convertirla en un reducto de cultura, algo que hoy en día escasea. Así que todos aquellos que esteis interesados en visitar este lugar: SED BIENVENIDOS.

domingo, 4 de abril de 2021

UNA CALLE PARA YASUNARI KAWABATA

 Vamos a dedicarle una calle a uno de los escritores japoneses más importantes del siglo pasado, Yasunari Kawabata, que recibió en 1969 el Premio Nobel de Literatura.


                                 


Este escritor nació en 1899 y se graduó en la Universidad Imperial de Tokio. Entre sus obras principales tenemos: País de nieve, Mil grullas, El sonido de la montaña, La cara de las bellezas dormidas o Lo bello y lo triste

Con dos años Yasunari se queda huérfano, lo que le lleva a poseer una gran sensibilidad que muestra en sus obras. A él le hubiese gustado ser pintor pero al final no pudo ser.

En 1972 se suicida, debido a que estaba enfermo y deprimido, así se coloca un tubo de gas en la boca en su estudio de Zushi. Ese mismo año se publica de forma póstuma su novela, El maestro de Go

A continuación un pequeño fragmento de su libro póstumo, El maestro de Go:

"Para el certamen de despedida del Maestro, el tiempo era casi el doble que el de estos inusualmen­te prolongados juegos, y cuatro veces más que el de un juego común. Y hasta casi se podría haber hecho caso omiso de restricciones en el tiempo.
Si esta extraordinaria disposición de tiempo había sido un mandato del Maestro, hay que decir que se había echado un enorme peso a las espaldas. Debía soportar su propia enfermedad y los largos períodos de reflexión de su adversario. Esas treinta y cuatro horas eran convincente prueba de ello.
Por otra parte, el arreglo de jugar cada cinco días se había aceptado en consideración a la edad del Maes­tro, pero en verdad se sumaba a la carga que había que sobrellevar. Si ambos hubieran usado el tiempo con­venido completamente —un total de ochenta horas— y si cada sesión hubiera durado cinco horas, enton­ces habrían sido dieciséis sesiones, lo cual significa que aun si el juego se hubiera desarrollado sin ningu­na interrupción se habría prolongado por unos tres meses. Cualquiera que conozca el espíritu del Go sabe que la concentración necesaria no puede mante­nerse o la tensión no puede perdurar durante tres meses enteros. Algo así resulta como una astilla en el cuerpo del jugador. El tablero de Go acompaña al ju­gador mientras se despierta y duerme, de modo que un receso de cuatro días no significa reposo sino agotamiento.
El receso se volvió más exasperante luego de la enfermedad del Maestro. Él y los organizadores, por supuesto, deseaban terminar con el certamen lo más pronto posible. Necesitaba descansar, y existía el pe­ligro de que se desplomara en el transcurso del juego.
Le había dicho a su mujer, y ella me lo había transmitido con tristeza, que ya no le importaba quién ganara, que lo único que deseaba era terminar con todo."

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