Vamos a dedicarle una calle de nuestra Ínsula a un ilustre escritor, en este caso es Gabriel García Márquez premio Nobel de Literatura en 1982. Los últimos años de su vida se dedicó a la escritura y al periodismo. De hecho en 1999 se le descubrió un cáncer linfático y ya antes en 1992 le había sido extirpado un tumor del pulmón. Este mismo año, 1999 fue el año que compró el semanario colombiano, "Cambio". Cuatro años antes su hermano Jaime García Márquez y él crearon en Cartagena de Indias, la Fundación para el Nuevo Periodismo, desde donde imparte talleres dirigidos a periodistas de toda Latinoamérica.
Estamos ante un escritor colombiano que en 1997 se exilió a México debido a la corrupción que había en su país y en el 2001 se trasladó a Los Ángeles con su hijo Rodrigo. En el 2004 vuelve con su mujer a México, donde continuará escribiendo con la ayuda de su hijo Gonzalo
García Márquez ha contribuido al diálogo entre el Gobierno colombiano y las guerrillas de la FARC, así como el acercamiento entre EEUU y Cuba, ya que era gran amigo de Fidel Castro, de hecho este le regaló una mansión en Siboney y un Mercedes-Benz
En el 2004 publicó su última obra, fue Memorias de mis putas tristes
Algunas de sus obras fueros llevadas al cine como El coronel no tiene quien le escriba o El amor en los tiempos del cólera
Otras obras suyas son: Relato de un naufrago y El otoño del patriarca, ambas publicadas en Barcelona donde vivió ocho años
Este escritor nació en 1928 y a su mujer la conoció en 1943, casándose con ella en 1958 y un año después nacería su hijo Rodrigo y en 1962 nació su segundo hijo, Gonzalo
La hojarasca, La mala hora, El general en su laberinto, Noticia de un secuestro o Diatriba de amor contra un hombre sentado son algunas de sus obras.
Estamos ante la máxima figura del "realismo mágico"
El autor de Cien años de soledad muere en el 2014
A continuación un pequeño fragmento de su novela El coronel no tiene quien le escriba:
"El coronel destapó el tarro del café y comprobó que no había más de una cucharadita. Retiró la olla del fogón, vertió la mitad del agua en el piso de la tierra, y con un cuchillo raspó el interior del tarro sobre la olla hasta cuando se desprendieron las últimas raspaduras del polvo de café revueltas con óxido de lata"
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