Durante siglos hemos tenido muchos ejemplos de como el poder, a veces, considera que leer y culturizarse va en contra de ellos. De hecho, en las dictaduras, leer ciertos libros está totalmente censurado, es el caso de los años en que Franco fue el máximo caudillo de España o la Alemania nazi, donde se quemaban libros y se prohibían ciertas lecturas. Está claro que quien lee es más crítico y eso no les interesa a este tipo de gobernantes. Pero, como todos y todas sabemos, esto no ocurrió solamente con gobiernos dictatoriales, la Iglesia también estuvo interesada en que el pueblo en los siglos XV (finales), XVI y XVII no leyerá ciertos libros, elaborando un Índice de libros prohibidos y siendo el responsable de dicho índice, la Inquisición.
Así, una obra como el Lazarillo de Tormes fue publicada de forma anónima, para que la Inquisición no apresara a su autor y lógicamente su lectura fue prohibida. Quevedo renegó de El Buscón diciendo que no era un libro escrito por él. Lope de Vega también padeció a la Inquisición de hecho sus obras teatrales tenían problemas para ser representadas. Góngora no pudo publicar en vida y el propio San Juan de la Cruz destruyó su obra para que no cayera en manos de esta institución.
Otros escritores tuvieron problemas con algunas de sus obras, es el caso de Calderón y su obra Las órdenes militares
En otras ocasiones, las obras no eran prohibidas, pero sí expurgadas, es decir, eliminaban frases o capítulos enteros. Es el caso del Quijote o de Marcos Obregón de Vicente Espinel
Los humanistas también fueron censurados, ya que hablaban de la razón o del método empírico. Así, Juan de Valdés o Lebrija sufrieron las consecuencias de esta censura
Por suerte, esta institución desapareció y podemos disfrutar de libros como La Celestina sin tener el temor de que unos tipos con sotana lleguen a tu casa y te detengan para disfrutar de una buena lectura.
Hoy en día, en las dictaduras que siguen existiendo por el mundo, los ciudadanos que las sufren, también están privados de leer obras literarias que molestan a esos gobiernos e incluso algunos de ellos dictan sentencias de muerte para escritores que decidieron en sus escritos denunciar a estas dictaduras, un ejemplo de ello es Salman Rushdie que después de publicar Los versos satánicos, gobiernos como la India, Arabia Saudí, Egipto, Somalia o Indonesia lo prohibieros e Irán fue más lejos, ya que condenó a muerte a su escritor.
Ojalá llegue el día en que no exista dictaduras en el mundo y todo el mundo pueda leer lo que quiera y le apetezca.
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