BIENVENIDOS

Quiero hacer un homenaje al primer Gobernador de esta ínsula llamada Barataria: D. Sancho Panza. Por lo tanto, con su debido permiso y siguiendo sus pasos voy convertirme en el segundo Gobernador de esta ínsula e intentar convertirla en un reducto de cultura, algo que hoy en día escasea. Así que todos aquellos que esteis interesados en visitar este lugar: SED BIENVENIDOS.

viernes, 4 de agosto de 2017

WILLIAM FAULKNER

Vamos a dedicarle una calle de esta Ínsula al quinto americano en recibir un Premio Nobel de Literatura (1950), nos referimos a William Faulkner, que también recibió el Premio Pulitzer en dos ocasiones.



                                                      

Nació en 1897 en New Albany (EEUU). Pertenecía a una familia marcada por la guerra de Secesión, de hecho su bisabuelo fue el coronel William Clark Falkner que incluso llegó a escribir una novela. 

Nuestro escritor no era un gran estudiante pero si le gustaba leer. La primera obra con la que obtuvo un gran éxito fue El ruido y la furia, de ahí siguieron novelas tan importantes como: ¡Absalón, Absalón!. Las palmeras salvajes o El largo y cálido verano

Durante muchos años estuvo sumido en el alcoholismo. En 1950, con la publicación de Narraciones completas y la obtención del Nobel de Literatura le llevó a que fuera reconocido como uno de los grandes escritores de su país. Así comenzó a recibir homenajes y también participó como guionista de Hollywood en colaboración de Howard Hawks en películas como: "Tener y no tener", "El sueño eterno", "Tierra de faraones" o "El hombre del sur"

Fue nombrado por el presidente Eisenhower , embajador itinerante. 

En los últimos años de su vida se dedicó a dar conferencias y a curas de desintoxicación. Murió en 1962.

A continuación un pequeño fragmento de El ruido y la furia:

"Quentin, que amaba no el cuerpo de su hermana, sino algún concepto de honor familiar y (él lo sabía bien), temporalmente suspendido en la frágil y diminuta membrana de su virginidad, semejante al equilibrio de una miniatura en la inmensidad de la esfera terrestre sobre el hocico de una foca amaestrada. Quien amaba, no la idea del incesto que no cometería, sino algún presbiteriano concepto de su eterno castigo: él y no Dios, podría arrojarse a sí mismo y a su hermana al infierno, donde eternamente podría protegerla y cuidarla para siempre jamás, invulnerable ante las llamas inmortales. Él que sobre todas las cosas amaba la muerte, y que quizá sólo amaba a la muerte, amó y vivió con deliberada y pervertida curiosidad, tal y como ama un enamorado que deliberadamente se reprime ante el prodigioso cuerpo complaciente, dispuesto y tierno de su amada, hasta que no puede soportarlo y entonces se lanza, se arroja, renunciando a todo, ahogándose"

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