Vamos a dedicarle una calle de esta Ínsula a la primera mujer en recibir el Premio Nobel de Literatura en 1909, me refiero a la sueca Selma Lagerlöf.
Nació en 1858 en Marbacka, provincia de Vermland, en una granja familiar. Cursó estudios en Estocolmo y se graduó como profesora. Ejerció en el Liceo de Niñas de Lanskrona, durante unos años.
Los primeros libros que publica son La leyenda de Gösta Berling y Lazos invisibles. El primero en 1891 y el segundo en 1894. A continuación publicaría títulos tan importantes como: De una granja sueca, Trolls y hombres, Marbacka o El niño duende
Desde 1895 se dedicó por completo a la literatura. En 1907, la Universidad de Upsala la doctoró "honoris causa"
Murió el 16 de marzo de 1940 en Marbacka
A continuación queremos mostrar un fragmento de su obra Jerusalén:
"El verano fue terriblemente duro ese año en Jerusalén, con escasez de agua y muchas enfermedades. Había llovido poco durante el invierno y la Ciudad Santa, que prácticamente no dispone de otras fuentes de agua que la lluvia recogida en las cisternas subterráneas que cada finca posee, no tardó en quedarse sin agua. A medida que la gente se resignaba a beber el agua estancada y podrida del fondo de las cisternas, las enfermedades se propagaron a un ritmo vertiginoso. Pronto no quedó apenas una casa donde no hubiera algún enfermo con viruelas, disentería o fiebre amarilla.
Los colonos gordonistas tuvieron mucho trabajo: prácticamente la mayoría de ellos se vio obligada a cuidar de enfermos. Los que habían vivido muchos años en Jerusalén parecían inmunes al contagio, iban de lecho en lecho sin que apenas les afectara. Los sueco-americanos, que habían vivido varios veranos calurosos en Chicago y estaban acostumbrados al aire de las ciudades, también resistieron bien las enfermedades y el excesivo trabajo. Los pobres campesinos de Dalecarlia, en cambio, enfermaron casi todos."
Los colonos gordonistas tuvieron mucho trabajo: prácticamente la mayoría de ellos se vio obligada a cuidar de enfermos. Los que habían vivido muchos años en Jerusalén parecían inmunes al contagio, iban de lecho en lecho sin que apenas les afectara. Los sueco-americanos, que habían vivido varios veranos calurosos en Chicago y estaban acostumbrados al aire de las ciudades, también resistieron bien las enfermedades y el excesivo trabajo. Los pobres campesinos de Dalecarlia, en cambio, enfermaron casi todos."
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