BIENVENIDOS

Quiero hacer un homenaje al primer Gobernador de esta ínsula llamada Barataria: D. Sancho Panza. Por lo tanto, con su debido permiso y siguiendo sus pasos voy convertirme en el segundo Gobernador de esta ínsula e intentar convertirla en un reducto de cultura, algo que hoy en día escasea. Así que todos aquellos que esteis interesados en visitar este lugar: SED BIENVENIDOS.

martes, 20 de agosto de 2019

ALBERT CAMUS

Vamos a inaugurar una nueva calle en esta Ínsula, calle que va a llevar el nombre de uno de los grandes escritores de la literatura universal y que en 1957 recibió el Premio Nobel de Literatura, nos referimos a Albert Camus



                          


Escritor argelino que en 1948 funda con Sartre y David Rousset el Rossemblement Dèmocratique Révolutionnaire en Francia. En 1950, estalla la guerra de Corea y ante la posibilidad de un ainvasión por parte de la URSS, Camus está decidido a combatir para resistir al enemigo. Esto le lleva a un enfrentamiento con Sartre que defiende lo contrario y que en su revista "Les temps modernes" juzga a Camus de derechista a raíz de la publicación de su libro El hombre rebelde

Se casa con Simone Hié en 1934, de la que se separará y conocerá a Francine con la que tendrá dos hijos

En 1942 publica El extranjero, en 1947 publica La peste

En 1960, se estrella contra un árbol y se muere.

A continuación un pequeño fragmento de su obra La peste:

"La mañana del 16 de abril, el doctor Bernard Rieux, al salir de su habitación, tropezó con una rata muerta en medio del rellano de la escalera. En el primer momento no hizo más que apartar hacia un lado el animal y bajar sin preocuparse. Pero cuando llegó a la calle, se le ocurrió la idea de que aquella rata no debía quedar allí y volvió sobre sus pasos para advertir al portero. Ante la reacción del viejo Michel, vio más claro lo que su hallazgo tenía de insólito. La presencia de aquella rata muerta le había parecido únicamente extraña, mientras que para el portero constituía un verdadero escándalo. La posición del portero era categórica: en la casa no había ratas. El doctor tuvo que afirmarle que había una en el descansillo del primer piso, aparentemente muerta: la convicción de Michel quedó intacta. En la casa no había ratas; por lo tanto, alguien tenía que haberla traído de afuera. Así, pues, se trataba de una broma. Aquella misma tarde Bernard Rieux estaba en el pasillo del inmueble, buscando sus llaves antes de subir a su piso, cuando vio surgir del fondo oscuro del corredor una rata de gran tamaño con el pelaje mojado, que andaba torpemente. El animal se detuvo, pareció buscar el equilibrio, echó a correr hacia el doctor, se detuvo otra vez, dio una vuelta sobre sí mismo lanzando un pequeño grito y cayó al fin, echando sangre por el hocico entreabierto. El doctor lo contempló un momento y subió a su casa. No era en la rata en lo que pensaba. Aquella sangre arrojada le llevaba de nuevo a su preocupación. Su mujer, enferma desde hacía un año, iba a partir al día siguiente para un lugar de montaña. La encontró acostada en su cuarto, como le tenía mandado. Así se preparaba para el esfuerzo del viaje. Le sonrió. – Me siento muy bien -le dijo. El doctor miró aquel rostro vuelto hacia él a la luz de la lámpara de cabecera. Para Rieux, esa cara, a pesar de sus treinta años y del sello de la enfermedad, era siempre la de la juventud; a causa, posiblemente, de la sonrisa que disipaba todo el resto"

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