Estamos pasando un momento crítico. El mundo entero está pasando una epidemia que ha obligado a muchos Gobiernos a tomar medidas drásticas para poder acabar con el virus que nos ataca. En estos momentos países como Italia o España tienen a la población confinada en sus casas para evitar que el Coronavirus se extienda y afecte a toda la población. Lo mismo hizo China o Corea del Sur. Escenarios que nunca nos hubiéramos imaginado que podrían pasar, que pensábamos que eso solo se daba en las películas o en los libros. Pero no es así, ahora lo estamos viviendo y padeciendo. Por eso, me gustaría hacer un pequeño repaso por libros que hablan precisamente de esto, de la propagación de un virus que acaba con media humanidad.
Así, uno de los maestros del cine de terror, Stephen King escribe en 1990, la novela Apocalipsis donde se cuenta como un virus gripal creado artificialmente se extiende por Estados Unidos y por el resto del mundo provocando la muerte de la mayor parte de la población:
"En aquel momento, el sol se hundió lo suficiente por debajo del horizonte como para que se conectase un circuito activado por celdas fotoeléctricas, (un circuito que se activaba por falta de luz). Se encendieron las lámparas de la habitación. Al iluminarse, Vic pudo ver la hilera de rostros que le observaban solemnes desde detrás de dos capas de cristal. Se puso a gritar, pues al principio creyó que se trataba de las personas que habían mantenido aquellas conversaciones en su mente. Una de las figuras, un hombre con bata de médico, estaba haciendo unos urgentes ademanes hacia alguien que se encontraba fuera del campo de visión de Vic, el cual había agotado ya su capacidad de asustarse. Se hallaba demasiado débil para permanecer asustado durante tanto tiempo. Pero aquel repentino susto que llegó con el silencioso florecimiento de luz y su visión de los rostros que lo miraban (como un jurado de fantasmas en sus blancas batas de hospital) había despejado parte del bloqueo de su cerebro. Ya sabía dónde estaba. En Atlanta. Atlanta, Georgia. Habían llegado y se los llevaron, a él, a Hap, a Norm, a la esposa de Norm y a los niños de Norm. Se habían llevado a Hank Carmichael, Stu Redman... Sólo Dios sabía a cuántos más. Vic había permanecido asustado e indignado. Claro, él tenía un resfriado y estornudos, pero seguramente no le afectaba el cólera o lo que fuera que padeciesen aquel pobre hombre Campion y su familia. Él tenía algunos grados de fiebre, y recordaba que Norm Bruett se había tambaleado y necesitado de ayuda para subir la escalerilla del avión. Su mujer se hallaba muerta de miedo y lloraba. El pequeño Bobby Bruett también sollozaba... lloraba y tosía. Una tos rasposa y bronca. El avión se encontraba en la pequeña pista en las afueras de Braintree. Para salir de los límites de la ciudad de Arnette tuvieron que pasar por un bloqueo de carreteras, en la 93, y los hombres estaban tendiendo alambre de espino... Tendiendo alambre espinoso allí mismo, en el desierto..."
Ensayo sobre la ceguera de José Saramago habla de como una ceguera blanca se extiende por la población y los ciegos tienen que aprender a sobrevivir:
"Pocos minutos después, otra voz al teléfono. Era el director clínico del hospital, nervioso, hablando atropelladamente, Ahora mismo acabo de recibir información de la policía de que hay dos casos más de ceguera fulminante, Policías, No, un hombre y una mujer, a él lo encontraron en la calle, gritando que estaba ciego, y ella estaba en un hotel cuando perdió la vista, una historia de cama, según parece. Es necesario averiguar si se trata también de enfermos míos, sabe cómo se llaman, No me lo han dicho, Del ministerio han hablado ya conmigo, van a ir al consultorio a recoger las fichas, Qué situación. Dígamelo a mí. El médico colgó el teléfono, se llevó las manos a los ojos, allí las dejó como si quisiera defenderlos de males peores, al fin exclamó sordamente, Qué cansado estoy, Duerme un poco, te llevaré hasta la cama, dijo la mujer, No vale la pena, no podría dormir, además, todavía no se ha acabado el día, algo más va a ocurrir."
Decameron de Boccaccio habla de como siete mujeres y tres hombres se recluyen en una villa en las afueras de Florencia, para protegerse de la peste bubónica:
"Digo, pues, que ya habían los años habían llegado al número de mil trescientos cuarenta y ocho cuando a la a ciudad de Florencia, llegó la mortífera peste que o por obra de los cuerpos superiores o por nuestras acciones fue enviada sobre los mortales por la justa ira de Dios para nuestra corrección. Había comenzado algunos años antes en las partes orientales privándolas de gran cantidad de vivientes, y, continuándose sin descanso de un lugar en otro, se había extendido miserablemente a Occidente."
Apocalipsis Z:el principio del fin de Manuel Loureiro, cuenta como un grupo de rebeldes caucásicos asaltan unas instalaciones militares liberando una enfermedad que se extiende por todo el planeta:
"Naturalmente, al principio, nadie sabía nada de esto. En la vieja y confiada Europa, así como en América y Asia, la vida seguía su curso, tranquila y plácidamente. En aquellas primeras setenta y dos horas podría haberse hecho algo, podría haberse dominado la pandemia, pero Daguestán era un país muy pequeño y pobre y aunque su gobierno hubiese querido hacer algo, no tendría medios para ello. La fase de eclosión y a se había superado.
Ya era demasiado tarde.
Nadie, ni siquiera el abogado de facciones angulosas, comenzó a inquietarse hasta pasados unos cuantos días. Las primeras noticias de una extraña fiebre hemorrágica en medio de las montañas del Cáucaso llegaban a través de prensa y televisión como un ruido de fondo, casi ahogado entre el último fichaje del campeón de Europa y el enésimo escándalo político. Pero aunque casi nadie le prestaba atención, seguía ahí, creciendo.
Hasta unos días más tarde alguien no se dio cuenta de que algo iba rematadamente mal. Amplias zonas de Daguestán permanecían oscuras y en silencio, como si no quedase ni una sola persona viva allí. El gobierno de la pequeña república autónoma echó un vistazo y lo que vio le llenó de tanto terror que inmediatamente llamó a Moscú para que se hiciese cargo del problema. Y lo que vieron los rusos fue tan terrorífico que enseguida decretaron el cierre de fronteras, no sólo de Daguestán, sino de su propio país.
Pero ya era demasiado tarde."
Un pequeño ejemplo de la cantidad de literatura que hay sobre este tema
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