Hoy vamos a reconocer a una escritora que ya forma parte de nuestro Libro de las Letras pero que queremos que forme parte de nuestra Sala de los Ilustres. Se trata de Joanne Katheen Rowling, creadora de uno de los personajes más importantes de la literatura actual, Harry Potter. ¿Por qué forma parte de esta Sala? Porque gracias a sus libros ha conseguido que muchos niños, niñas, adolescentes e incluso adultos se engancharan a la lectura y ese ya es motivo para formar parte de dicha sala.
Esta escritora nació el 31 de julio de 1965 cerca de Bristol. Desde muy pequeña se aficionó a la lectura y hasta escribió un cuento.
Estudió francés y clásicas en la Universidad de Exeter. Posteriormente trabajó en París y Londres como profesora y secretaria.
Se fue a Portugal y se casó con el periodista Jorge Arantes, pero acabarían separándose y ella regresó a Inglaterra con una niña de tres meses. Comenzó a buscar trabajo y ahí comenzó a diseñar a su personaje más famoso. Comenzó a escribir el primer libro pero varias editoriales rechazaron su libro, hasta que en 1997 la editorial Bloomsbury publicó Harry Potter y la piedra filosofal. Convirtiéndose en un éxito que continuó con el resto de libros.
En el año 2003 recibió el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia. Otros premios recibidos han sido: Medalla de Oro del Smarties Prize, el libro del año del British Book Award for Children´s Book y en el 2001 la Orden Imperial Británico.
A continuación un fragmento de Harry Potter y el cáliz de fuego:
" Lentamente, con el rostro crispado como si prefiriera hacer cualquier cosa antes que aproximarse a su señor y a la alfombra en que descansaba la serpiente, el hombrecito dio unos pasos hacia adelante y comenzó a girar la butaca. La serpiente levantó su fea cabeza triangular y profirió un silbido cuando las patas del asiento se engancharon en la alfombra. Y entonces Frank tuvo la parte delantera de la butaca ante sí y vio lo que había sentado en ella. El bastón se le resbaló al suelo con estrépito. Abrió la boca y profirió un grito. Gritó tan alto que no oyó lo que decía la cosa que había en el sillón mientras levantaba una varita. Vio un resplandor de luz verde y oyó un chasquido antes de desplomarse. Cuando llegó al suelo, Frank Bryce ya había muerto"
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