Hace poco uno de los presentadores de televisión más polémicos ha publicado un nuevo libro, me refiero al Gran Wyoming y a su libro ¡De rodillas, Monzón!.
Este libro habla de su infancia en un pueblo manchego y después como fue creciendo en Madrid, en la última época del franquismo y de la transición. En este libro a parte de hablar de su propia vida también habla de como era la España de aquella época.Según las palabras de su propio autor:
"¡De rodillas, Monzón! es una maniobra de rescate como las que se llevan ahora en el Mediterráneo. Es una crónica, una descripción del mundo que yo vi, tal cual lo vi"
Según la crítica, estamos ante un libro lleno de ironía y que se ríe de cualquier cosa, pero también hay una gran emoción en algunos de sus pasajes.
Si le gusta el estilo del Gran Wyoming, no debe perderse esta obra, donde conoceremos más de su vida y de sus opiniones:
"Un día, paseando por las dependencias del Ramiro, que tiene una extensión casi infinita, escuché un sonido muy familiar: el de un futbolín. Banda sonora de mi infancia.
Los billares eran la única alternativa de diversión posible una vez que uno superaba la edad de andar por los descampados buscando lagartijas. En realidad al billar solo jugaban los mayores, los niños ocupábamos los futbolines, y cuando había dinero, rara vez, la mesa de ping-pong y las máquinas, que más tarde se llamaron de pinball a raíz de la ópera rock Tommy (The Pinball Wizard), de The Who, que narra las peripecias de un niño sordo, ciego y mudo que conecta con las máquinas tragaperras y es el número uno del mundo jugando con ellas. Como vemos, el LSD también ha hecho daño. En España, se llamaban máquinas, sin más. «Vamos a echar una partida a las máquinas», decíamos.
Los billares eran la única alternativa de diversión posible una vez que uno superaba la edad de andar por los descampados buscando lagartijas. En realidad al billar solo jugaban los mayores, los niños ocupábamos los futbolines, y cuando había dinero, rara vez, la mesa de ping-pong y las máquinas, que más tarde se llamaron de pinball a raíz de la ópera rock Tommy (The Pinball Wizard), de The Who, que narra las peripecias de un niño sordo, ciego y mudo que conecta con las máquinas tragaperras y es el número uno del mundo jugando con ellas. Como vemos, el LSD también ha hecho daño. En España, se llamaban máquinas, sin más. «Vamos a echar una partida a las máquinas», decíamos.
Los billares no eran un sitio adecuado para los niños, según los padres, porque se mezclaban jóvenes de todas las edades y se fumaba mucho. Tabaco, por supuesto. También se decían tacos y se producían peleas cada dos por tres. Presenciando una partida en unos billares junto a la calle Gabriel Lobo, a la vuelta del colegio, tras hacer una bola, que es como se llamaba a la carambola, uno de los jugadores le arreó con el taco al otro en la cabeza con todas sus fuerzas. Salí corriendo porque sabía que eso no iba a quedar ahí. No dejé de correr hasta llegar a casa. Éramos como perros de la pradera, ante la más mínima señal de alarma, emprendíamos la huida. Vivíamos a la intemperie, éramos carne de cañón, solo el instinto de supervivencia nos mantenía vivos. Ahora se ven menos costras en las rodillas, cicatrices y escayolas. Los niños viven más relajados."
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