Vamos a inaugurar una calle de esta Ínsula dedicada a una escritora que recibió en 1966, el Premio Nobel de Literatura, Nelly Sachs, escritora judía alemana
Nació en Berlín en 1891. Hija única de una familia judío-alemana, de la que se salvó ella y su madre cuando los judíos eran perseguidos por los nazis. Se salvaron gracias a Selma Lagerlöf, escritora amiga de Nelly y que gestionó un salvoconducto para que pudieran huir a Suecia. Allí aprendió sueco y tradujo al alemán la obra de escritores suecos importantes.
Su obra poética se centra en el Holocausto y en la tragedia que sufrieron los suyos, de hecho su primera obra en el exilio fue En las moradas de la muerte. En 1957 fue nombrada miembro de la Academia Alemana de Lengua y Literatura, un año después recibió el Premio de Poesía de la Asociación Sueca de Escritores. En 1960 vuelve a Alemania para recibir el Premio Droster y esto le produjo una grave crisis nerviosa.
Todo lo que pasó durante el nazismo le llevó a tener que pasar temporadas en una clínica psiquiátrica, en donde escribiría Viaje a la trnsparencia y Aun celebra la muerte la vida
En 1961, se creó en Alemania el Premio Nelly Sachs y en 1967 la nombraron Ciudadana de Honor de Berlín.
Murió en Estocolmo en 1970 con 78 años
A continuación, una muestra de su obra, con un poema de su obra En las moradas de la muerte:
Quién vació la arena de vuestros zapatos...
¿Quién vació la arena de vuestros zapatos
Cuando debíais levantaros de la muerte?
La arena, la que Israel se llevó a casa,
¿Su arena errante?
Arena ardiente del Sinaí,
Confundida con las gargantas de los ruiseñores,
Confundida con las alas de las mariposas,
Confundida con el ansia de polvo de las serpientes,
Confundida con todo lo que se desprendió de la sabiduría de Salomón,
Confundida con el amargor del ajenjo secreto.
Oh vosotros dedos,
Que vaciasteis la arena de los zapatos de los muertos,
¡Mañana seréis polvo vosotros
en los zapatos de los que han de venir!
¿Quién vació la arena de vuestros zapatos
Cuando debíais levantaros de la muerte?
La arena, la que Israel se llevó a casa,
¿Su arena errante?
Arena ardiente del Sinaí,
Confundida con las gargantas de los ruiseñores,
Confundida con las alas de las mariposas,
Confundida con el ansia de polvo de las serpientes,
Confundida con todo lo que se desprendió de la sabiduría de Salomón,
Confundida con el amargor del ajenjo secreto.
Oh vosotros dedos,
Que vaciasteis la arena de los zapatos de los muertos,
¡Mañana seréis polvo vosotros
en los zapatos de los que han de venir!
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